Formación que fomente el espíritu emprendedor desde las edades más tempranas, un capital que de verdad arriesgue en la puesta en marcha de los proyectos más novedosos y el fortalecimiento de una cultura que no penalice el fracaso pueden convertir a nuestro país en el edén del emprendedor. Un reto que ya es una realidad en países como Estados Unidos, Israel o Chile.

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