Desde los ojos de una sociedad mayoritariamente urbana, el mundo rural se percibe bajo dos miradas contradictorias: una de ellas, idealizada, recoge ese anhelo recurrente y vital de dejarlo todo e irse a vivir al campo; otra, anclada en el tópico, continúa pensando que esta vida conlleva demasiadas renuncias y pérdida de oportunidades, tanto profesionales como sociales.

Entre ambas posiciones se encuentra la realidad actual del sector primario, que está rompiendo lanzas en busca de ser más eficiente, competitivo e igualitario. Con motivo de la presentación del Libro Blanco ‘Primero el sector primario’ y de la celebración del 8 de marzo, Vanitatis ha organizado un encuentro junto a McDonald’s para conversar sobre el rol de la mujer en el campo y sobre la situación del mundo rural con base en los ejes de igualdad, sostenibilidad y digitalización.

En el evento, moderado por Cote Villar, subdirectora de Vanitatis, han participado Margarita Rico, profesora de la Escuela de Ingenierías Agrarias de Palencia, y Paloma Cabral, directora Corporativa de McDonald’s España, compañía que ha puesto en marcha la iniciativa +Campo, impulsora de este libro blanco que se engloba en el Proyecto Big Good para apoyar al campo español. Inspiradas por su lema ‘Hoy el campo tiene voz de mujer’, hemos hablado de desigualdades, retos, oportunidades y transformación del rol de la mujer en el sector primario.

El punto de partida ha sido la puesta en valor del papel esencial que el campo desempeña «en nuestra vida cotidiana, desde ese café con leche y esa tostada del desayuno que no vienen del supermercado, sino del medio rural», ha recordado en un guiño Paloma Cabral. Pero, más allá de la evidencia de que lo que ocurre en el sector primario nos afecta a todos, se ha tratado de hacer una radiografía del momento actual del campo en España, de sus fortalezas y debilidades.

En cuanto a las debilidades, Margarita Rico ha recordado que “se trata de un sector que depende de factores no controlables, entre ellos la climatología o la dependencia de la política agraria común (PAC), que hace que los productores, a nivel global, tengan poca capacidad de modificar los precios”. En este sentido, ha apuntado la importancia de que todas las explotaciones, con independencia de su tamaño, estén dimensionadas “para ser capaces de afrontar esos dos hándicaps. Que puedan tecnificar sus instalaciones, incorporar innovaciones y habilitar manejos sostenibles para evitar dañar el medioambiente. Y, a partir de ahí, intentar ofrecer un producto de calidad y, en la medida de lo posible, diferencial”.

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